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...y digo con mi canto lo que yo aprendí en la escuela, bandera de Venezuela por qué yo te quiero tanto!...

Cada que vez que los venezolanos opositores al gobierno sufrimos una derrota electoral en favor del oficialismo, comenzamos a preguntamos: “¿qué fue lo que hicimos mal?” y construimos elaboradas culpas que casi siempre recaen en unos supuestos abstencionistas traidores.   Un poco más tarde, y a pesar de haber visto y escuchado a cientos de chavistas decepcionados decir que ya no votan por el oficialismo, llegamos a la conclusión desesperanzada de que el desastre que se vive a diario en el país, es lo que la mayoría de los electores desea para sí mismos y sus familias por siempre jamás. Estamos tan absortos en nuestros intentos desesperados de salir de la dictadura por medios no violentos, utilizando la única herramienta que “nos autorizan”, que perdemos la objetividad y nos hacemos ciegos a lo evidente: el régimen no se sometería a la contienda electoral, si no tuviese la absoluta certeza de ser capaz de vencer y además, de que es la manera de que los organismos internacionales

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